Lejos del "bochorno", el Concurso Preventivo es muchas veces "LA" herramienta que permite a la Empresa Familiar, ordenar sus obligaciones y así salvaguardar su buen nombre y honor.
Es imposible escapar en estos tiempos al relato de cientos y cientos de Empresas Familiares argentinas que agotan su creatividad comercial tan sólo para sortear la crisis generalizada que las atraviesa. En ese intento, pretenden mantener a ultranza los valores cimentados por generaciones anteriores, su manera de afrontar el liderazgo y fundamentalmente “el buen nombre de la Familia / Empresa”.
Por qué razón el Concurso Preventivo es visto como una deshonra para la Familia Empresaria? Por qué no puede ser visto como una alternativa que ofrece la ley para aquellas empresas que, frente a una situación financiera límite, requieren de urgente alivio? Por qué no pensar que el Concurso Preventivo implica sentarse con una verdad frente a proveedores, empleados, prestadores de servicios y el propio Estado y solicitar su ayuda para honrar las deudas?
Seguramente la respuesta está dada por el mal uso, es decir, por el abuso que en la República Argentina ha habido de este recurso legal..!
Sin embargo, el Concurso Preventivo llevado con conciencia y seriedad puede erigirse como la herramienta fundamental para traer tranquilidad, para pensar y diagramar un modo de encarar diferente el manejo de la empresa en crisis, cuando la coyuntura no colabora con el devenir de su ciclo comercial.
El desorden financiero que precede la toma de decisión de un Concurso Preventivo, cede en el instante exacto en que ese concurso comienza y permite parar la “bola de nieve” de los intereses!
La multiplicidad de acreedores al acecho que desfilan por la Empresa reclamando lo suyo y exigiendo respuestas inmediatas, a partir de la decisión del concurso, se unifica en un único acreedor, es decir la “masa de acreedores”, con quien se negociarán pautas claras y consensuadas tanto para honrar la deuda en un plazo y con modalidades acordadas entre Empresa y Acreedores, como para permitir a la Empresa continuar operando en el mercado. Oxígeno para todos!
La ley le dá, precisamente a esa “masa de acreedores” potestad suficiente como para que si reúnen una mayoría determinada colaboren en la aprobación de la propuesta ofrecida por la Empresa.
Por qué, entonces, pensar ese proceso como una “deshonra para el buen nombre y honor de la Empresa / Familia” y no como la sana decisión de honrar ese buen nombre, encontrando una herramienta que, en comunidad con sus acreedores, le permita a la Empresa hacer frente a sus responsabilidades? Cuál es el bochorno tan temido?? O acaso seguir ofreciendo fuentes de trabajo a sus empleados puede ser visto como una deshonra??
En contextos tan frágiles como los de la Argentina, lejos del “bochorno” este mecanismo permite a muchas empresas ponerse de pie y recargar baterías, en una economía cíclica que las envuelve más allá de su propia destreza para afrontarla.
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